Sí el cuerpo nos habla, el cuerpo nos escucha 1

La comunicación con nuestro cuerpo

Algunas corrientes de pensamiento espiritual, y muchas religiones, ponen en segundo plano la importancia del cuerpo físico. Es para ellos de cierta manera “aquello que nos conecta con el pecado o la tentación, con los deseos”
Tal como lo describen las imágenes de flagelaciones y castigos de los monjes y sacerdotes.
Pero el cuerpo es el que nos permite vivir esta experiencia humana, gracias a él y a través de los cinco sentidos podemos sentir, oler, tocar, ver y escuchar.
El cuerpo físico es el templo del alma, y como tal requiere grandes cuidados y mucha atención. 
Para esto tenemos que entablar una relación muy diferente con él.
Antes que nada, tomar conciencia de todo aquello que le pasa. De esta forma, podremos lograr alivio en dolores, prevenir nuevos malestares tanto en el cuerpo físico como en los otros cuerpos e incluso evitar una desarmonía general.

El cuerpo nos habla, aprendamos a escucharlo. El cuerpo nos escucha, cuidemos aquello que decimos.

Siempre tenemos que tener en cuenta que cualquier molestia física, enfermedad, malestar o emoción, nos está diciendo que hay algo a nivel profundo que debemos sanar, que nuestro ser en esencia está pidiendo ayuda, que nos estamos desviando del camino de la perfección, de nuestra misión como seres humanos. Dios nos da de forma constante señales y nuevas oportunidades, el tema es detectar esas señales a tiempo, para evitar que cada vez lleguen de forma más contundente.
Así podremos sanar y evolucionar. Si yo evoluciono, ayudo a todos los seres que me rodean a hacerlo también.

Entonces qué hacemos?

Hay un ejercicio muy simple, que puede hacerse a la mañana antes de levantarse y a la noche antes de dormir, que es el siguiente;

Toma una respiración profunda y exhala. Repite tres veces

Recorre visualmente todo el cuerpo, desde los pies a la cabeza, pero con total conciencia de cada parte. Visualiza las plantas de los pies, los arcos, el empeine, los dedos etc. Sigue de la misma manera con las piernas, subiendo por las pantorrillas, las rodillas, los muslos etc. etc.  Esto debes hacerlo del lado derecho e izquierdo, luego sigue con el tronco, los brazos y las manos, el cuello, la cabeza etc. Hasta que hayas terminado el recorrido completo. 

La conexión tiene que ser tal, que tenemos que ver, sentir o escuchar qué está pasando.

A medida de que vamos transitando por el cuerpo, vamos sintiéndonos más livianitos y etéreos. Y podemos tener distintas impresiones.

Muchas veces suele pasar que si hay un malestar, esa parte se ve gris, o con una especie de humo, por ejemplo, o simplemente la sentimos como más pesada, más densa. En ese caso debemos comenzar por visualizar una luz blanca que entra por el chakra corona (el que está en la zona de la coronilla) y recorre todo el cuerpo, instalándose en la parte afectada y haciendo que el gris sea desplazado por el blanco, de a poquito vas a sentir cómo se relaja esa parte y el dolor o la molestia se van aliviando. Con cada respiración que tomes, siente que entra esa luz y que baña las células, los órganos, los sistemas.

Si vemos humo, hay que imaginar que abrimos una ventanita en el lugar y que el humo sale, sale y sale. Es recomendable visualizar un globo rojo al cual va ese humo y una luz violeta que se lleve al universo todo aquello que ya no necesitamos, transmutándolo en algo divino.

Van a ver que les queda una sensación de paz muy sanadora.
 Asimismo se puede hacer este mismo ejercicio, pero recorriendo el cuerpo con los colores de los chakras, tal como se describe en el libro: “La intuición como instrumento de sanación” y realmente es muy efectivo.
Recorrido con el color rojo: se trata de visualizar una luz roja y llenarnos con ella todo el cuerpo. En caso de que alguna parte no pueda ser llenada, hay que limpiar aquello que impida llenarlo hasta que se complete el rojo.
La luz puede entrar por el chakra corona que está en la coronilla y salir por el chakra centro de la tierra (ubicado 50cm por debajo de los pies) o viceversa, según lo sintamos.
Una vez que terminemos con el rojo, sale la luz roja y entra la naranja. Se hace el mismo recorrido. Y así se continua con los otros colores: amarillo, verde, azul, violeta e índigo.
Una vez que tengamos este ejercicio interiorizado, es muy interesante, hacer el siguiente.
Con el cuerpo relajado, y conectados con nuestro ser interior, con nuestra respiración, tenemos que sentir que salimos del mismo y desde afuera, preguntar qué le está pasando, qué necesita, qué emoción está provocando ese malestar. La respuesta va a llegar tarde o temprano. Resulta bueno ir tomando registro escrito de todas estas sensaciones para luego trabajar más en profundidad con las mismas 
A medida de que vamos haciendo este ejercicio de forma reiterada, cada vez vamos a sentir de manera más sutil qué nos está pasando.
Lo mismo debemos hacer ante una emoción, porque las emociones son las manifestaciones de la mente en el cuerpo.
Es decir cuando sintamos una emoción que nos incomoda, que no nos hace bien o que perjudica nuestras relaciones, como la rabia, la ira, los celos, por ej. debemos respirar profundo y preguntarnos qué nos está pasando, qué nos está diciendo esa emoción. Cuando observamos tanto los síntomas físicos como las emociones, los hacemos conscientes y ellos nos permite comenzar el camino de la recuperación. Y luego buscar el origen de las mismas para sanar.  

El camino de conexión con la emoción, puede empezar con el trabajo con espejos, tal como lo expresa Louis Hay: "hay que mirarse al espejo y decir: hoy renuncio a mi necesidad de tener tal síntoma, o tal enfermedad", porque en definitiva detrás de  cada malestar hay una necesidad no resuelta a otro nivel. A medida de que repitamos el ejercicio van a surgir nuevas necesidades a niveles más profundos. Vamos a encontrar cuál es la necesidad que en verdad subyace. Ella da el ejemplo del cigarrillo, dice que muchas veces el cigarrillo funciona para las personas como una cortina de humo que en definitiva está tapando una necesidad más profunda, la de relaciones que me hacen mal, y luego la crítica de los otros y si esa es la causa más profunda ya no voy a fumar más.
Ahora me doy cuenta de que yo he creado esta situación, y estoy dispuesto a renunciar al modelo mental que, en mi conciencia, es responsable de esta situación

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